Caminar por la naturaleza ayuda a encontrar calma y recuperar energías. Si además el entorno es especial, el paseo se convierte en una experiencia transformadora. En las Rías Baixas abundan los rincones donde esto ocurre. Esta región gallega combina costa, montaña, ríos y tradición. Gracias a ello, ofrece rutas para todos los gustos.
En este artículo exploramos cinco senderos que destacan por su riqueza visual y cultural. Son accesibles, están bien señalizados y se pueden realizar en una sola jornada. Cada uno ofrece un carácter propio. Además, todos comparten un entorno que invita a respirar hondo y dejar atrás el estrés. Costa da Vela desde Donón: vistas, acantilados y playa
El Sendero Azul de Donón arranca en la Caracola, una escultura creada por el artista Lito Portela. Desde ahí comienza un itinerario circular de 11 kilómetros. Durante tres horas, se recorre un paisaje de acantilados, playas salvajes y horizontes infinitos. Todo dentro del Espacio Natural de Costa da Vela.
El camino ofrece una vista continua de las Islas Cíes. Estas emergen frente al mar como guardianas del Atlántico. Más adelante, aparecen los acantilados de Donón, que alcanzan los 150 metros de altura. Desde allí, el espectáculo del mar rompiendo contra la piedra es constante. Las playas de Biñó, Nerga y Barra se suman al recorrido. Estas aportan contrastes de color y quietud. Más adelante, la playa de Melide y los faros de Cabo Home completan el paisaje. En días tranquilos, incluso se pueden ver delfines cerca de la costa. Es recomendable comenzar esta ruta por la tarde. Así, la luz del atardecer embellece cada rincón. La caminata puede finalizar de nuevo en la Caracola, justo cuando el sol se despide del día. La Senda del Agua: historia, naturaleza y furanchos
Otra opción ideal es la conocida Senda del Agua en Vigo. Atraviesa bosques y antiguos caminos que conducían el agua desde el embalse de Eiras hasta la ciudad. Son 13 kilómetros de recorrido sencillo, sin pendientes exigentes.
Este sendero combina naturaleza y memoria histórica. Al caminar, se ven restos de canales y estructuras que formaban parte del sistema hidráulico. Entre los árboles aparecen vistas únicas de la Ría de Vigo. Además, es habitual encontrar furanchos, pequeñas tabernas donde probar vino casero y productos locales. El trayecto no es circular. Al llegar al final, se puede regresar en autobús o volver a pie por el mismo camino. Elegir esta última opción permite ver el paisaje desde otra perspectiva. Así, cada tramo parece nuevo. En primavera y otoño, esta senda es especialmente agradable. El clima suave y los colores del bosque crean un ambiente perfecto para caminar. Además, es una ruta tranquila incluso en temporada alta. Molinos de San Xusto: cultura y vegetación autóctona
Si prefieres rutas entre árboles y piedra, esta es para ti. El sendero de San Xusto combina patrimonio etnográfico y naturaleza. Recorre un total de ocho molinos, algunos restaurados y otros aún en ruinas. El camino se extiende por unos 13 kilómetros.
El recorrido comienza entre castaños, robles y abedules. Todos estos árboles forman parte de un bosque de ribera autóctono, típico de Galicia. El río Lérez nutre estas tierras, creando rincones de gran densidad vegetal. En ciertos tramos, esto puede hacer más difícil la marcha. A lo largo del trayecto se encuentran molinos como el de Cutián o el muíño do medo. Además de su valor histórico, estos elementos aportan un aire mágico al paisaje. Cada parada invita a imaginar la vida rural de otros tiempos. Aunque es una ruta sencilla, se recomienda llevar calzado adecuado. Tras lluvias, algunos tramos pueden estar resbaladizos. Sin embargo, el esfuerzo merece la pena por la belleza del entorno. Fragas e Levados: un viaje entre ríos y vallesEste recorrido circular supera los 14 kilómetros. Es algo más exigente que los anteriores debido a sus 600 metros de desnivel acumulado. Aun así, se puede realizar en poco más de tres horas. El camino atraviesa el valle de Parada de Anchas, donde nacen los ríos Calvo y Deva. El paisaje está cubierto de fragas, los bosques húmedos típicos de Galicia. Estas zonas están llenas de vida y color. Además, el sendero incluye cascadas, remansos, molinos y pequeñas pozas. Es un entorno ideal para hacer pausas y disfrutar del agua. En verano, incluso puedes refrescarte en alguna de ellas. Esta ruta se recomienda entre mayo y octubre. En invierno, la lluvia y la vegetación alta dificultan el paso. Durante el resto del año, sin embargo, caminar por este bosque es casi como entrar en un cuento. Ruta da Pedra e da Auga: molinos y misticismo junto al río
Por último, una de las rutas más conocidas de O Salnés: la Ruta da Pedra e da Auga. A lo largo de siete kilómetros, este sendero sigue el cauce del río Armenteira. Une los concellos de Meis y Ribadumia con un recorrido lleno de encanto.
Aunque es una ruta lineal, lo ideal es empezar en el Monasterio de Armenteira. Desde allí, el trayecto se vuelve descendente y más fácil. Se atraviesan pasarelas, piedras y decenas de molinos que acompañan todo el camino. Algunos de estos molinos están restaurados, otros se mantienen como ruinas. Cada uno tiene su propia historia. Esto convierte el paseo en una mezcla de naturaleza y patrimonio. Este recorrido es perfecto para una tarde en familia. No requiere gran preparación y puede realizarse sin prisa. Además, su belleza lo convierte en uno de los senderos más fotografiados de Galicia.
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Abril 2025
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